domingo, 11 de enero de 2009

Odioso cumpleaños

Delante de la tarta, junto a toda esa gente mimada y estúpida, a los que ni siquiera considero mis amigos.
Toda la atención se centra en mí. Odio esa sensación.
Pido el dichoso deseo, no se lo cuento a nadie por dos motivos, el primero y más tradicional, no se cumpliría el deseo, y el segundo y más personal, es demasiado grotesco, animal y exagerado de lo que las personas allí presentes podrían soportar.
Todos aplauden y sonríen. Odio esa sensación.
Cada uno de esos individuos, que parecen inertes y vacíos, han gastado su dinero en pequeños objetos que ni siquiera considero útiles. Un perfume, algo de ropa, alguna película y un disco de música.
Pongo cara de sorprendido y agradezco el detalle. Odio esa sensación.
Cortan la tarta en pedazos aparentemente iguales, lo cierto es que tiene buena pinta hasta que uno la lleva a su boca, donde comprueba realmente que la pastelería, donde ha sido comprada, debía de haber sido quemada hace ya varios años.
Mastico el bizcocho de whisky con mis dientes, noto como se resbala entre ellos. Odio esa sensación.
Cada uno de los sujetos conocidos como "amigos o compañeros" van abandonado mi casa, cada uno de ellos esbozando una sonrisa igualmente falsa pero totalmente diferente.

Cierro la puerta...

Estoy solo, hace mucho que pienso en el suicidio, siempre dicen que el primer paso es pensar en ello, yo creo que ya estoy en el ultimo paso, intentarlo. Aparentemente es fácil, un cuchillo afilado sobre las venas de las muñecas, pastillas con mucho alcohol, baño con un secador enchufado o incluso salto al vació desde la segunda planta, quizás esta no fuese suficiente. Pero a mí siempre me ha gustado lo espectacular. Me siento cómodamente sobre el sillón, inclino mi cabeza hacia el suelo y coloco la escopeta apoyada sobre la alfombra dentro de mi boca. "Todo esta listo", pienso, antes de volarme la tapa de los sesos.

¡Joder!. Ha sido espectacular, justo como quería, mi cabeza ha quedado completamente destrozada. Mis hijos se van a pegar un buen susto cuando vean como he dejado la moqueta y la pared. Me pregunto cuanto tardarán en volver de casa de su madre...
Se abre la puerta, ¡por fin!, son ellos. Menos mal que mi ex-mujer siempre lleva las llaves de casa, sino les hubiera sido imposible ver la actuación estelar de hoy.
Vaya... no pensaba que fueran a tomárselo tan mal, quizás debería haber esperando un par de años más a que los niños fuesen algo mayores... bueno, a lo hecho, pecho. Olvidemos el pasado y veamos que hay al otro lado.

Creía que los años pasarían más rápido cuando uno esta muerto, pero... no es así. En cincuenta años no ha aparecido ni una sola luz blanca a la que seguir, ni tampoco ningún túnel, es más, aún no he visto a nadie como yo. Supongo que eso es lo que yo quería, estar solo.
Os preguntareis que he estado haciendo durante todo este periodo, pues más o menos lo que os imagináis que vais a hacer cuando uno esta muerto. Ver mundo, entrar en todos los sitios gratis, entrar en las habitaciones de los moteles cercanos a las discotecas, asustar a gente... seguro que os hacéis una idea.
Lo cierto, es que ya me estoy cansando de esta situación, pero el problema es que no se como salir de aquí. Quizás sea cierto aquello que dicen que si no eres "bueno" estarás condenado. Pienso que esta es mi condena.
Lo sé, lo sé. Queréis saber como están mis hijos, ¿no?. Bah, no están tan mal. Uno ha tenido una vida difícil, y termino suicidándose como yo, creedme, lo he buscado pero parece que a él lo han mandado al piso de arriba. En cuando a la otra pues... de ella no quiero hablar.
He pensado mucho en como hubiera sido mi vida si aquel once de enero en vez de volarme la cabeza me hubiera tomado un vaso de leche y me hubiera ido a la cama.

Cierro la puerta...

Por fin se han ido todos, tengo muchísimo sueño, me tomaré un vaso de leche mientras que los niños vienen. Al fin y al cabo tampoco ha sido un mal día, he comido tarta gratis, tengo algo de ropa nueva, la película de Lost in Translation y el nuevo disco de Coldplay.
¡Toc, toc!. Menos mal, ya han llegado. ¿Cómo?. ¿La policía?.
- Hola.
- Hola. ¿Es usted Fernado Hernández?.
- Sí, soy yo. ¿Les ha ocurrido algo a mis hijos?.
- Señor, ha ocurrido algo, coja un abrigo y acompáñenos.
- ¿Qué les ha pasado a mis hijos?
- Han tenido un accidente de tráfico. El chico ha fallecido en el acto, la chica esta grave, ahora mismo está de camino hacia el hospital.
- ¿Y mi ex-mujer?
- No la hemos localizado.
- Dios...

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