domingo, 16 de noviembre de 2008

El paraíso, el infierno y tú

Voy en moto a través de un pequeño camino que se ha abierto paso en un gigante prado lleno de flores y hierba. Las ruedas chocan con las minúsculas piedrecillas que se amontonan entre la tierra. El cielo está azul, unas cuantas nubes esponjosas y pequeñas rodean al sol, que brilla con fuerza y plenitud. A los lados unos cuantos árboles jóvenes y fuertes, observan cada uno de mis movimientos al manillar. Varias ardillas desde las ramas de estos, también me miran con interés, pero cuando paso justo a su lado, huyen asustadas. A lo lejos, se ven las montañas, con algún resto de nieve en sus cimas, como el azúcar espolvoreado ligeramente sobre un delicioso bizcocho de chocolate. Todo a mi alrededor es perfecto, ni la mejor droga me proporcionaría esta sensación de bienestar temporal que inunda todo mi cuerpo. Me siendo tranquilo, relajado y a la vez con fuerzas y energía para afrontar cualquier reto. Quizás tenga frente a mi uno, y aún no soy capaz de verlo. Pero no, no existe nada peligroso, nada que me rete, algo a lo que temer. De repente me inunda una sensación de ansiedad y asfixia. ¿Qué demonios es este lugar?. ¿El paraíso?. No hay nada que me amenace ni a mí, ni a cuanto me rodea. No puedo creerlo, pero tengo la necesidad de tener algo que me asuste, algo que me pueda vencer. No aguanto este sentimiento de superioridad y seguridad a la vez. Tengo que deshacerme de él. Pero, ¿cómo?. Aún no lo sé, “todo a su tiempo”, me digo.

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Estoy medio desnudo, hambriento, no paro de andar hacia ninguna parte. No para de llover con una fuerza inusual, toda la tierra es barro, mis pies se hunden a cada paso que doy. No veo ningún árbol a lo lejos, todo es un inmenso desierto de barro. En el cielo no se aprecia nada, excepto los gruñidos de unos pájaros, quizás sean cuervos. Tengo muchísimo frío, mis dientes chocan unos otros sin parar, el sonido que producen se mete en mi cabeza y no para de repetirse una y otra vez. Es un castigo, seguro. Pero,
¿Por qué?. ¿Dónde estoy?. No paro de pensar que estoy en el infierno, pero según tenía entendido, allí el calor es insoportable, lo cierto, es que ahora no me vendría nada mal que estuviera cerca. Pienso en todo lo que he hecho, lo bueno, lo malo... pero lo único que me viene a la cabeza es la imagen de una jugosa tarta de nata y azúcar, cubierta por una ligera capa de chocolate. También pienso en la forma de salir de este lugar, pero... aún no lo sé, necesito tranquilizarme y para ello me digo a mí mismo, “todo a su tiempo”.

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Vas en una bicicleta, el camino es inestable pero no lo suficiente como para hacerte caer al suelo. El tiempo es bueno, aunque parece que se avecina una tormenta dentro de poco, deberías coger algo de ropa extra, puede que tengas frío. Tu casa no está lejos, pero por si no llegaras a tiempo, quizás puedas refugiarte entre algunos de esos viejos árboles con sus grandes hojas o, ¿crees que sería mejor irte a otro sitio por el miedo a la caída de un relámpago?. Es tu decisión. De todas formas, el sitio donde estás no tiene tan mala pinta, tiene sus charcos pero también su tierra firme y sin barro. Además, creo que he visto algún ciervo a lo lejos, seguro que puedes picar algo antes de llegar a casa, una manzana quizás. Lo sé, lo sé, no es una tarta de manzana pero..., “todo tiene su tiempo”.

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