jueves, 6 de noviembre de 2008

Parpadea

Estoy en una habitación pequeña con las paredes llenas de papel pintado de color marrón y con unos extraños círculos que a medida que los miro se hacen más pequeños. Me encuentro sentado en un amplio sillón de cuero frente a un camaleón. Ninguno se mueve. Ambos movemos los ojos instintivamente. No sé quien tiene mas hambre de los dos, pero esa mosca parece apetitosa. Mi larga lengua desenfunda más rápido que la del viejo camaleón, como si de una película de Sergio Leone se tratase. No sabe mal. Mis dientes dan cuenta de ella, noto como todos sus órganos se desparraman sobre mi boca, a pesar de las sensaciones, repetiría.

Parpadeo.

Voy tan rápido que ni siquiera puedo abrir los ojos y cuando lo hago estos me lloran y se irritan hasta que los vuelvo a cerrar. Siento como mi estomago se agita, el corazón me late mucho mas deprisa de lo que debiera y noto como mi corta melena se mueve de arriba abajo con gran ligereza. Una montaña rusa, pienso. Noto como la aceleración disminuye hasta ser completamente nula, ahora puedo abrir los ojos. Estoy completamente solo en un parque de atracciones, solamente me acompaña una chica que me mira con cara sonriente, tiene el pelo largo, le llega casi a las rodillas, pero parece que lo tiene bien cuidado. Tiene una cara sencillamente bella. Se me acerca sigilosamente, como intentando no hacer ruido, apoya su brazo sobre mi hombro y me susurra al oído.
- No parpadees.

Parpadeo.

Estoy en medio de una inmensa oscuridad, abro y cierro los ojos para comprobar que no es culpa de mi vista, no consigo saberlo. Camino sin ver absolutamente nada. Oigo algo en la lejanía, parece como una barca, se oye remar. Quizás. Mis zapatos y la parte baja de mis vaqueros están mojados, los toco, es demasiado denso para ser agua. De repente un olor nauseabundo inunda mi olfato, las ganas de vomitar se hacen insoportables. Vomito. Me noto mas aliviado, pero no puedo aguantar de pie, necesito sentarme. Las piernas no responden, caigo desplomado contra el suelo encharcado en ese denso liquido. Antes de perder el conocimiento lo veo a lo lejos...

Parpadeo.

Me veo a mí mismo. No tengo buen aspecto, peor que el de costumbre. Camino sobre un puente. Parece firme. A los lados tienes clavos colocados de forma que si sitúas las manos sobre ellos terminas clavándotelos. Veo como mi mano se clava varios de ellos pero no parece importarme, sigo caminando como si nada. Al otro lado del puente, esta la chica de la montaña rusa, esta sentada sobre el sillón de cuero, no para de reír. Su cara se ha vuelto malévola, y sobre su mano izquierda sostiene algo que no consigo identificar. Empiezo a ver que el puente parece cada vez más débil, quizás sea semejante al típico puente de madera colgado entre un gran acantilado y sostenido con unas cuerdas de dudosa fiabilidad. La chica se levanta del sillón. Es un cuchillo lo que sostiene, se acerca a la cuerda para cortarla. Pasa el cuchillo suavemente sobre la cuerda, no creo que el puente resista mucho.

Parpadeo.

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