lunes, 3 de noviembre de 2008

El adiós

Le deje sin mirar atrás. Era tan difícil que lo único que pude hacer fue seguir caminando, acelerando la marcha y pensando en el autobús que se aproximaba. Compre mi billete, el billete que haría que nos separasen para siempre. Me senté en unos de los últimos sitios como hacia siempre, solo que esta vez había un motivo, no mirar a través de la ventana hacia ella. Los recuerdos me invadían por todos lados, me sentía extrañamente conmovido, un sentimiento de felicidad y pena abarcaban mi mente.

Siempre la misma melodía, siempre la misma escena.

Afuera, el mundo seguía su ritmo, era de noche, la luna tintaba de blanco la negrura de la oscuridad, y las farolas añadían ese toque dorado y añejo a las calles. Norah Jones no paraba de sonar a través de mi mp3, parada tras parada, pensaba en los momentos vividos, intentando buscar un hueco en mi memoria, para así no poder olvidarlos nunca.

Fuera del autobús, no pude evitar volver la mirada atrás, allí donde deje mi ultimo recuerdo, pero no veo nada, la distancia es demasiado amplia para poder recuperarla. Caminando entre la gente, me pasa como a Harry Nilson en su canción "Everybody's Talking" y no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa al recordarlo. Ya veo mi próximo destino, este me dejara en "casa", solo me queda esperar.

Paso los minutos sentado en un banco junto a una persona, ambos nos hacemos compañía sin dirigirnos ni siquiera una mirada. Lo veo a lo lejos, se acerca con una velocidad que tan ni siquiera esperaba. Me levanto y espero pacientemente el momento.

Me lanzo a las vías, la colisión ha sido inevitable.
Siempre me pregunté como seria el momento justo
anterior y posterior a mi muerte.

Ahora lo sé.

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